Nombre común: Camelia
La Camelia en Galicia ➤
El género de la Camelia está formada por una multitud de especies así como de híbridos, que pueden llegar a formarse como un arbolito muy ramificado y alcanzar un tamaño de 15 m de altura.
Procedentes de China, Japón e India son ideales para un jardín frondoso donde estén protegidas del fuerte sol.
La forma de estas plantas es muy variable, desde compacta y recta, hasta abierta y esparcida.
Este pequeño árbol de crecimiento lento es muy exigente en sus necesidades, por lo que requiere de unos cuidados bastante especiales para sobrevivir.
Es imprescindible que las condiciones del terreno sean las adecuadas.
Para las Camelias es muy importante gozar de un entorno fresco y húmedo, un suelo con un pH ácido rico en humus y que consiga filtrar bien el agua.
También se le puede añadir al suelo una capa de tierra de brezo, castaño o turba rubia para acidificarlo. No conviene regarla con agua del grifo, ya que por lo general resultan demasiado calcárea para esta planta, en lo posible se debe emplear agua de lluvia.
Si no queda más remedio puede utilizarse agua del grifo con unas gotas de vinagre, esto mitigará el efecto del calcio contenido en el agua que resulta tan nocivo para estas plantas.
Necesita un riego constante durante el verano y en invierno debe ser moderado ya que bastará con rociar la tierra de manera habitual.
Florecen principalmente según la variedad en otoño, pero puede hacerlo en invierno o a comienzos de la primavera. También dependiendo de la variedad lo pueden hacer en una extensa variedad de formas, tamaños y colores.
Puede parecer algo extraño que una flor tan hermosa no tenga un aroma propio, pero las Camelias apenas tienen fragancia o carecen totalmente de ella.
La especie más popular y cultivada de manera ornamental es la Camellia japonica, también conocida como Camelia común, es la que solemos ver en jardines o decorando diferentes espacios.
La mata proporciona una hermosa reunión de flores en una amplia gama de aspectos, incluyendo flores simples, semidobles, con forma de anémona, dobles y con forma de peonía, o forma de rosa, algunas de ellas tienen un tamaño entre 5 y 12 cm.
Las flores de la Camelia gozan de una amplia gama de colores, entre las que se encuentra el blanco, el rojo ntenso, diversas tonalidades de rosa, además de jaspeados e incluso una interesante variedad amarilla.
Para ayudar a que se desarrollen nuevos brotes, hay que abonarla con pequeñas dosis de fertilizante ácido, cada tres semanas en el periodo que va desde junio hasta mediados de agosto.
Para abonar a este tipo de plantas tan especiales, lo mejor es dejarse asesorar por la información que se encuentra en los envases de los fertilizantes y seguirlos al pie de la letra, de esta forma será poco probable errar.
La multiplicación de la camelia se puede practicar bien por acodo, esqueje, injerto o semillas, pero el método más adecuado consiste en realizarlo en agosto a partir de esquejes sin yemas florales.
Propagarla puede resultar una labor algo complicada, si no se es demasiado experto en esta tarea es preferible comprar un ejemplar muy pequeño y dirigir su progreso.
La poda consiste en cortar las ramas que crecen desordenadamente, justo después de realizar el trasplante, o cuando se comience a abonarlas.
