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Regar las plantas de interior


El agua, en mayor o menor medida es absolutamente necesaria para la vida de todas las plantas.

El preciado líquido condiciona la vida vegetal de forma trascendental, al ser un elemento que sirve para solubilizar las sales contenidas en el sustrato y permitir la humedad en su entorno.

Está siempre presente en todos los tejidos de los vegetales. En las plantas superiores se absorbe normalmente a través de las raíces, y circula en forma de savia, primero como savia bruta y después como savia elaborada, a través de todo el tallo y las ramas.

Con respecto al riego, este ha sido siempre el gran problema para en cultivo de las plantas de interior.

Hay que señalar que no es posible establecer reglas fijas, sino tan sólo orientaciones muy generales.

Todavía es una opinión muy extendida la creencia de que basta proporcionar una cantidad de agua determinada cada semana.

Lógicamente existen especies que necesitan más agua que otras, pero sin embargo es arriesgado aportar unas indicaciones precisas.

El tamaño de la maceta, el material del que esté fabricada, el tipo de sustrato, la eficiencia del drenaje.

La cantidad de luz, de calor y de humedad ambiental constituyen una serie de variantes que pueden alterar la cantidad total de agua para regar.

Únicamente la observación atenta de cada uno de esos factores puede permitir establecer la cantidad de agua necesaria.

En términos generales, cuando se habla de riego frecuente y abundante significa que el sustrato nunca se debe dejar secar por competo.

A menudo, el sustrato aparece seco en superficie y en cambio a partir de una cierta profundidad contiene importantes reservas de agua; eso podrá comprobarse hundiendo el dedo un par de centímetros en dicho sustrato.

Con la definición de riego regular se suele indicar que el sustrato requiere secarse ligeramente entre un riego y el siguiente, evidentemente sin llegar a que el follaje empiece a marchitarse.

De modo determinado se requiere riegos menos frecuentes en los ejemplares en periodo de descanso o bien si están situados en macetas de gran tamaño.

En las especies tropicales, el ritmo de riego del sustrato debe ir unido a un incremento de la humedad ambiental.

Sólo las plantas suculentas y algunas otras, muy limitadas, necesitan un tipo de riego que se denomina escaso.

El sustrato debe secarse casi por completo, pero esto sólo se aplica durante los periodos de descanso y con determinada temperatura.

Cada maceta debe disponer de un drenaje eficiente en relación al tamaño de la maceta, a fin de que el agua no sature la parte baja del sustrato.

El agua deberá añadirse lentamente, a ser posible con una regadera de cuello largo, procurando mojar los bordes de la maceta, de esta forma se evita que se sequen las raíces que han alcanzado las paredes de la maceta.

Por último y no menos importante, el agua de riego no debe estar fría ya que puede producir daños en la planta; es mejor templarla ligeramente o al menos emplearla a temperatura ambiente.

Asimismo, conviene dejar reposar el agua de grifo durante veinticuatro horas almenos, de forma que pueda liberarse el cloro que siempre está presente en el agua corriente.




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