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Clasificación de las plantas


De acuerdo a su desarrollo las plantas se pueden clasificar como:
Herbáceas, Leñosas, Semileñosas o Suculentas


Las plantas Herbáceas: son aquellas cuyos tallos, independientemente de su tamaño, no han desarrollado estructuras leñosas por lo que su consistencia es más o menos tierna y flexible.

A la mayoría se las conoce como hierbas (aunque el término hierba se refiere a las herbáceas que mueren después de su estación de crecimiento).
Las plantas herbáceas pueden ser anuales, bianuales, perennes o vivaces.

Plantas Leñosas: son aquellas plantas cuyos tallos, independientemente de su tamaño, han desarrollado estructuras leñosas por lo que su consistencia es dura y rígida.

Se les conoce como árboles o arbustos y a otras como matas. Las plantas leñosas sólo pueden ser perennes.

Plantas Semileñosas: están entre los dos anteriores y son aquellas plantas cuyos tallos han desarrollado una estructura de consistencia intermedia entre herbácea y leñosa.

Plantas Suculentas: son aquellas plantas con tallos verdes, que realizan la fotosíntesis, son esponjosos, poco consistentes y que están especializados en almacenar agua. Los cactus y crasas son suculentas.



PLANTAS ANUALES:

Son aquellas cuyo ciclo vital completo se desarrolla dentro de una única estación de crecimiento. Se las conoce como plantas de temporada.

En un mismo año las semillas germinan, se forman todas las partes vegetativas de la planta (raíz, tallos y hojas), se produce la floración y formación de nuevas semillas y la planta muere, por lo general con los primeros fríos.

Las semillas son altamente resistentes al frío y la desecación. Dependiendo de la especie a la que pertenezcan, las sembraremos a principios de año en recipientes, resguardadas de la climatología, o directamente en el suelo si pueden resistir el frío.

Se utilizan principalmente para los parterres y macizos de temporada. Ofrecen mucha versatilidad al jardín, ya que se puede variar todos los años de especie, color o altura, según la planta que elijamos.



PLANTAS BIANUALES O BIENALES:

Se denominan a las que precisan dos estaciones de crecimiento para completar su ciclo vital, que se da en dos fases.

Tras la germinación se forman un tallo corto, una roseta de hojas próximas al suelo y una raíz normalmente modificada para almacenar alimento, al llegar el frío el desarrollo se detiene y la planta pasa el invierno en estado de latencia.

Una vez pasado el frío moviliza las reservas almacenadas, florece, fructifica, forma nuevas semillas y después muere.

Como las anuales son herbáceas. Se siembra al final de la primavera o durante el verano. Algunas de las plantas de temporada que se utilizan en el jardín son bianuales, aunque debido al clima suelen morir en una sola temporada porque no aguanta las sequías o las heladas.




PLANTAS VIVACES:

Son aquellas que permanecen vivas durante más de dos años y son capaces de sobrevivir al invierno.

Su parte aérea se seca cada año hasta la temporada próxima, donde surgirán de nuevo, ya que la raíz permanece viva debajo de la tierra. Ofrecen espectaculares floraciones en primavera u otoño, según su ciclo. Las bulbosas por ejemplo son vivaces.

Dentro de las vivaces, existe un grupo de plantas que no pierden los tallos ni las hojas, permaneciendo verde durante todo el año, son las llamadas plantas perennes.

La siembra es la misma que para las plantas bianuales. Se siembra en primavera o verano y se plantan en otoño.
La particularidad de estas plantas es que se pueden multiplicar mediante siembras, esquejes o división. Algunas variedades las debemos proteger de las heladas cuando son jóvenes.

Cuando las plantas crezcan habremos de atar las más altas a unos tutores, para que no se rompan por su propio peso o bien atarlas en algún enrejado.

Para favorecer el crecimiento de la planta y de nuevas flores debemos cortar por el tallo las que estén marchitas, con unas tijeras de podar.



LOS BULBOS, TUBÉRCULOS O RIZOMAS

Son plantas vivaces pero con la particularidad de disponer de un órgano subterráneo que almacena las substancias necesarias para su supervivencia y renovación de un año a otro.

La tierra de los bulbos se ha de ir removiendo y aireando de vez en cuando para que los bulbos almacenen sus reservas.

Así también se facilita la lucha contra los insectos y el buen drenaje de la tierra.

Si la tierra que tenemos es arcillosa, plantaremos los bulbos en una capa de arena.

No existe una profundidad preestablecida para plantar los bulbos, se suelen enterrar a una profundidad de 2 a 3 veces su diámetro.

Los bulbos florecen en diferentes épocas del año y su plantación también varía.

Los que florecen en primavera los plantaremos en octubre o noviembre y los que florecen en verano los plantaremos en primavera.

Para las variedades altas se recomienda colocar tutores antes de que los bulbos empiecen a brotar.

Cuando crezcan, iremos atando los brotes laterales al tutor y la flor crecerá mejor.
Según se marchiten las flores se irán cortando.

Sólo los bulbos que resistan el invierno, se podrán quedar en el mismo sitio para que vuelvan a florecer al año siguiente.

Los desenterraremos cuando sus hojas se hayan secado y los guardaremos sin tierra en un lugar seco y oscuro durante todo el invierno.



ACUERDO A SU FOLLAJE PODEMOS CLASIFICARLAS COMO:

Plantas de hoja perenne: son aquellas plantas que, con la llegada del invierno, reducen al máximo sus funciones vitales pero siempre tienen hojas verdes cubriendo sus ramas.

Plantas de hoja caduca: son aquellas plantas que, con la llegada del invierno, pierden las hojas.

Plantas de hoja marcescente: es un estado intermedio entre la hoja perenne y caduca.





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