Nombre común: Violeta persa
Una bella planta herbácea, vivaz, delicada pero resistente, de encantadora floración invernal.
Aunque las flores suelen brotar entre finales de otoño o principios del invierno, puede florecer en otras épocas del año.
El Ciclamen forma una pequeña pero densa mata redonda con una altura que ronda los 35 o 40 cm de altura, las hojas son carnosas de forma acorazonada y poseen unas manchas plateadas formando peculiares dibujos.
Los pétalos de las flores del Ciclamen son ondulados y ribeteados, pueden ser de diferentes tamaños según la variedad, pero siempre se pliegan sobre sí mismos de manera característica, formando unas originales flores.
Estas asoman por encima de las hojas, y se encuentran en una amplia gama de colores, sobre todo, en los tonos rosa donde despliegan una enorme variedad, incluso algunas están veteadas en tonos más oscuros.
Para que florezcan de forma generosa hay que abonarlas cada 15 días con un fertilizante líquido que sea rico en fósforo, esto influirá a que las flores tengan un color vivo e intenso.
Para cultivar el Ciclamen en interior y se mantenga mucho tiempo en flor, necesita lugares lo más frescos y húmedos posibles, apartándola de cualquier foco de calor, ya que si la temperatura es baja más tiempo durará la planta; el calor acorta su tiempo de vida.
Si las hojas y las flores se vuelven mustias o apagadas, será un síntoma claro de que se ha ubicado el ejemplar en un sitio reseco o con exceso de calor.
A diferencia de otras muchas plantas el Ciclamen no soporta el agua sobre sus hojas ni flores porque se pudren con mucha facilidad. Si las hojas se llenan de polvo o suciedad se tienen que limpiar con un pincel seco y suave, nunca con agua. Se debe regar por la base de la maceta, introduciéndola en un cuenco o platillo con agua sin cal y al cabo de unos cuantos minutos retirarlo.
Para regarla de nuevo hay que esperar que el sustrato esté ligeramente seco y siempre hay que regarla con moderación.
La mayor necesidad de esta planta es la humedad ambiental, por ello es imprescindible proporcionársela colocando debajo de la planta una bandeja con guijarros con un poco de agua, además, se puede vaporizar el entorno de la planta procurando no mojarla.
Es necesario retirar las hojas marchitas o secas cortando los rabillos de las hojas desde la base, cualquier hoja deteriorada puede estropear el resto del ejemplar ya que puede ser un foco de infecciones, además afea la planta.
Si se desea ubicarla en el jardín, requiere una zona de sombra o de semi-sombra, pero siempre evitando que le pueda dar el sol de forma directa.
Aunque el Ciclamen suele cultivarse como planta anual que después de la floración se desecha, pueden conservarse los bulbos de un año para otro perfectamente y la planta se irá haciendo mayor y tendrá una floración óptima.
Se tiene que sacar los bulbos de la tierra entre mediados o finales de la primavera, una vez estén bien limpios de restos de sustrato, se dejan en descanso durante el verano.
A mediados del otoño se plantan los bulbos en una maceta (el Ciclamen se encuentra mejor en una maceta o contenedor pequeño).
Se puede dejar en el exterior toda la temporada, hasta que a mediados de otoño se lleva al interior de casa.
Aunque las flores suelen brotar entre finales de otoño o principios del invierno, puede florecer en otras épocas del año.
El Ciclamen forma una pequeña pero densa mata redonda con una altura que ronda los 35 o 40 cm de altura, las hojas son carnosas de forma acorazonada y poseen unas manchas plateadas formando peculiares dibujos.
Los pétalos de las flores del Ciclamen son ondulados y ribeteados, pueden ser de diferentes tamaños según la variedad, pero siempre se pliegan sobre sí mismos de manera característica, formando unas originales flores.
Estas asoman por encima de las hojas, y se encuentran en una amplia gama de colores, sobre todo, en los tonos rosa donde despliegan una enorme variedad, incluso algunas están veteadas en tonos más oscuros.
Para que florezcan de forma generosa hay que abonarlas cada 15 días con un fertilizante líquido que sea rico en fósforo, esto influirá a que las flores tengan un color vivo e intenso.
Para cultivar el Ciclamen en interior y se mantenga mucho tiempo en flor, necesita lugares lo más frescos y húmedos posibles, apartándola de cualquier foco de calor, ya que si la temperatura es baja más tiempo durará la planta; el calor acorta su tiempo de vida.
Si las hojas y las flores se vuelven mustias o apagadas, será un síntoma claro de que se ha ubicado el ejemplar en un sitio reseco o con exceso de calor.
A diferencia de otras muchas plantas el Ciclamen no soporta el agua sobre sus hojas ni flores porque se pudren con mucha facilidad. Si las hojas se llenan de polvo o suciedad se tienen que limpiar con un pincel seco y suave, nunca con agua. Se debe regar por la base de la maceta, introduciéndola en un cuenco o platillo con agua sin cal y al cabo de unos cuantos minutos retirarlo.
Para regarla de nuevo hay que esperar que el sustrato esté ligeramente seco y siempre hay que regarla con moderación.
La mayor necesidad de esta planta es la humedad ambiental, por ello es imprescindible proporcionársela colocando debajo de la planta una bandeja con guijarros con un poco de agua, además, se puede vaporizar el entorno de la planta procurando no mojarla.
Es necesario retirar las hojas marchitas o secas cortando los rabillos de las hojas desde la base, cualquier hoja deteriorada puede estropear el resto del ejemplar ya que puede ser un foco de infecciones, además afea la planta.
Si se desea ubicarla en el jardín, requiere una zona de sombra o de semi-sombra, pero siempre evitando que le pueda dar el sol de forma directa.
Aunque el Ciclamen suele cultivarse como planta anual que después de la floración se desecha, pueden conservarse los bulbos de un año para otro perfectamente y la planta se irá haciendo mayor y tendrá una floración óptima.
Se tiene que sacar los bulbos de la tierra entre mediados o finales de la primavera, una vez estén bien limpios de restos de sustrato, se dejan en descanso durante el verano.
A mediados del otoño se plantan los bulbos en una maceta (el Ciclamen se encuentra mejor en una maceta o contenedor pequeño).
Se puede dejar en el exterior toda la temporada, hasta que a mediados de otoño se lleva al interior de casa.