Nube de novia - Velo de novia - Gisófila
Se trata de una hierba anual, de pequeña altura pero compacta, con una floración alegre y formidablemente abundante.
Posee un crecimiento de porte erguido, pero puede crecer también postrada. De su aspecto delicado y frágil proviene el nombre común de Velo de novia o Nube de novia.
Forma parte de la familia de las Cariophyllaceae, la misma a la que pertenece los claveles. El género se desarrolla principalmente en zonas de templadas de Europa y Asia.
Por su tamaño (apenas supera los 20 cm de altura) y característica se puede emplear en zonas de márgenes de jardín, rocallas, jardineras o macetas.
Su floración se produce en verano, aunque en regiones tropicales se puede cultivar durante todo el año.
Si se cultiva en suelo dejándola extenderse a su antojo, puede formar una amplia alfombra sembrada de una cuantiosa floración que hará del lugar un hermoso paisaje.
Esta especie es ideal para rellenar rápidamente áreas descubiertas del jardín, donde se necesite un despliegue de color como completar espacios vacíos.
Sus minúsculas flores de cinco pétalos se pueden encontrar en color rosa más o menos intenso y en blanco.
Cada flor por si sola no llama la atención por su minúsculo tamaño, pero un conjunto de ellas agrupadas resultan encantadoras.
Las hojas de análogo tamaño que las flores, son angostas y lineales de color verde intenso.
Prospera bien a pleno sol siempre que no sea tórrido; en regiones de clima muy caluroso es preferible disponerla en emplazamientos en semi-sombra o bien colocarle una cubierta o techado que disminuya la intensidad del sol.
Una manera muy decorativa de presentar esta planta es como pieza colgante, bien sea en una maceta, mediante ganchos, o cualquier otro formato colgante.
A la hora de regar hay que hacerlo en profundidad, pero sin dejar que el suelo quede empapado.
La mejor fórmula para que esto no suceda es aportar un buen drenaje al sustrato, añadiendo una parte de arena gruesa.
El abonado quincenal ayudará a la planta a mantener más tiempo su floración y que esta sea desbordante.
Apenas hay que preocuparse por la agresión de plagas o enfermedades, por lo general es bastante resistente.
Lo mejor es cultivarla sola o con plantas de idéntico tamaño y necesidades; en caso de vincular su crecimiento al lado de plantas de crecimiento considerable, se puede perder su belleza.
Al tratarse de una planta de naturaleza anual, no es necesario realizar ninguna labor adicional tras la conclusión de su ciclo ordinario.
Lo habitual es que al morir el ejemplar, se reemplace por otro al año siguiente.
La siembra de semillas se realiza en el mes de abril o mayo, aunque también se emplea el esquejado.
No es difícil encontrar en los viveros la Gisófila, partir en su cultivo desde una planta ya establecida, hace el proceso mucho más sencillo.
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