Castaño de agua - Castaño de Guayana
La Pachira es un árbol oriundo de las zonas pantanosas de los trópicos americanos, principalmente de México y el norte de Sudamérica.
Se ha adaptado perfectamente al cultivo en interior e incluso se emplea en el arte del bonsái. Está integrado en la familia de las Bombacaceas.
Sus grandes hojas están establecidas sobre largos peciolos, éstas son perennes, palmeadas y están formadas habitualmente por cinco o seis foliolos ovalados, de unos 30 cm de largo, con ciertas rugosidades en la superficie y color verde brillante.
Sus elegantes hojas la hacen especialmente atractiva para espacios de interior con una gran abundancia de luz.
La ubicación ideal es lo más cercana posible a una ventana, si se ubica en una estancia con una cuantiosa iluminación crecerá sin problemas. No soporta los cambios de temperatura y los ambientes secos.
La Pachira la encontramos con los tallos entrelazados, que le añade un toque singular, esto se realiza cuando la planta es joven y los tallos son tiernos.
Cultivada en el suelo del jardín crece rápidamente y llega a alcanzar los 5m de altura. Puede florecer gran parte del año, pero siempre que esté situada en el exterior ya que en interior no florece.
Las flores son grandes y muy perfumadas, aunque efímeras. Tienen pétalos finos de color blanco y un penacho de estambres amarillos con los extremos rojos.
La floración da paso a grandes frutos redondeados irregularmente y leñosos similares a castañas (de ahí que se la llame de modo común Castaño de agua).
Se desarrolla mejor en un suelo poroso, húmedo pero que drene bien, rico, neutro o algo ácido. Necesita de abonados periódicos, desde primavera hasta finales del verano.
Una de las causas del fracaso del cultivo del Castaño de agua es el exceso de riego que encharca las raíces y produce la pudrición de las mismas y de los tallos.
Prefiere la semi- sombra durante gran parte del año, aunque con una mayor incidencia del sol durante el invierno, pero siempre resguardado del viento.
Se puede cultivar en el exterior en regiones con condiciones de temperaturas moderadas, que no sean inferiores a los 5ºC.
Esto sucede en una buena franja de la costa Mediterránea, Andalucía occidental y Canarias, son lugares perfectos para su cultivo en exterior.
La Pachira requiere un ambiente húmedo, es importante pulverizar con agua regularmente para compensar la sequedad ambiental que ocurre en interior y que suele provocar la caída de las hojas.
En cambio, a pesar de tener su origen en terrenos pantanosos, en cultivo necesita riegos comedidos, se le debe regar solamente cuando el sustrato se perciba seco, el exceso de agua le resulta perjudicial.
Tienen bastante resistencia frente a las plagas y por lo general no es atacada por ninguna importante.
Se reproduce bien por semillas si le procuramos algo de calor.
Se ha adaptado perfectamente al cultivo en interior e incluso se emplea en el arte del bonsái. Está integrado en la familia de las Bombacaceas.
Sus grandes hojas están establecidas sobre largos peciolos, éstas son perennes, palmeadas y están formadas habitualmente por cinco o seis foliolos ovalados, de unos 30 cm de largo, con ciertas rugosidades en la superficie y color verde brillante.
Sus elegantes hojas la hacen especialmente atractiva para espacios de interior con una gran abundancia de luz.
La ubicación ideal es lo más cercana posible a una ventana, si se ubica en una estancia con una cuantiosa iluminación crecerá sin problemas. No soporta los cambios de temperatura y los ambientes secos.
La Pachira la encontramos con los tallos entrelazados, que le añade un toque singular, esto se realiza cuando la planta es joven y los tallos son tiernos.
Cultivada en el suelo del jardín crece rápidamente y llega a alcanzar los 5m de altura. Puede florecer gran parte del año, pero siempre que esté situada en el exterior ya que en interior no florece.
Las flores son grandes y muy perfumadas, aunque efímeras. Tienen pétalos finos de color blanco y un penacho de estambres amarillos con los extremos rojos.
La floración da paso a grandes frutos redondeados irregularmente y leñosos similares a castañas (de ahí que se la llame de modo común Castaño de agua).
Se desarrolla mejor en un suelo poroso, húmedo pero que drene bien, rico, neutro o algo ácido. Necesita de abonados periódicos, desde primavera hasta finales del verano.
Una de las causas del fracaso del cultivo del Castaño de agua es el exceso de riego que encharca las raíces y produce la pudrición de las mismas y de los tallos.
Prefiere la semi- sombra durante gran parte del año, aunque con una mayor incidencia del sol durante el invierno, pero siempre resguardado del viento.
Se puede cultivar en el exterior en regiones con condiciones de temperaturas moderadas, que no sean inferiores a los 5ºC.
Esto sucede en una buena franja de la costa Mediterránea, Andalucía occidental y Canarias, son lugares perfectos para su cultivo en exterior.
La Pachira requiere un ambiente húmedo, es importante pulverizar con agua regularmente para compensar la sequedad ambiental que ocurre en interior y que suele provocar la caída de las hojas.
En cambio, a pesar de tener su origen en terrenos pantanosos, en cultivo necesita riegos comedidos, se le debe regar solamente cuando el sustrato se perciba seco, el exceso de agua le resulta perjudicial.
Tienen bastante resistencia frente a las plagas y por lo general no es atacada por ninguna importante.
Se reproduce bien por semillas si le procuramos algo de calor.