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Cuidados de los rosales


Cultivo, cuidados y mantenimiento de los rosales

La rosa es de las flores más populares en todo el mundo y una de las más bellas floraciones primaverales.

No es demasiado exigente: resiste bien el frío, incluso las heladas, apenas necesita agua y aguanta de maravilla si está a pleno sol.

El punto débil de estas plantas son las plagas, que aparecen a partir de la primavera.

Que un rosal tenga una floración más o menos abundante depende del tipo de rosal elegido, pero también de los cuidados que se le proporcione.




Tareas clave para que florezcan de forma adecuada:

  • Necesita riegos regulares todo el año, pero hay que recordar que toleran mejor cierta sequía que el encharcamiento.
  • La cantidad de agua depende del lugar: un rosal en una zona cálida necesita más cantidad de agua que uno que esté a la sombra.
  • Cuando se cultiva un rosal en maceta necesita una mayor dosis de agua, mientras que en el jardín puede buscar agua hundiendo sus raíces.
  • Un rosal que esté cultivado en el lugar idóneo puede perdurar más de 20 años.
  • Los rosales de pie alto necesitan estar bien sujetos para evitar el efecto del viento, por ello, es importante utilizar un tutor firme, atando el tallo principal con una cuerda, pero sin apretar demasiado.
  • Todos los rosales precisan una labor de limpieza continuada para garantizar un crecimiento sano y sobre todo, una buena y duradera floración.
  • Es esencial eliminar las zonas marchitas o secas, esto permite a la parte sana del ejemplar contar con más nutrientes y evita la proliferación de plagas y enfermedades.
  • Otra tarea primordial es el abonado, hay que abonar a menudo en la etapa de desarrollo. Se puede utilizar un abono granulado en primavera y uno foliar en verano. En el mercado existen abonos propios para rosales.
  • No son muy exigentes con el tipo de sustrato, pudiendo llegar a crecer en un suelo pobre, pero se resentirá su floración.
  • La poda es una labor básica en el caso de los rosales para estimular una cuantiosa floración.
  • En las zonas de clima templado hay que podar a finales del invierno, en las zonas climáticas frescas, a principio de la primavera como muy tarde.
  • Una poda justo después de la floración; les permite superar el invierno y vigorizarse para la siguiente temporada.
  • Como regla general, los rosales deben podarse a partir de la tercera yema sana de cada tallo. El corte se realiza de forma oblicua o en ángulo.
  • Eliminar las flores en cuanto estén marchitas, favorecerá nuevas floraciones, hay que hacerlo según el tipo de rosal, de una en una o en ramilletes.
  • Los chupones hay que retirarlos en cuanto aparezcan, sobre todo en verano; son esos tallos débiles que se desarrollan en la base del tallo principal y que no dan flores.
  • Es necesario cortarlos para estimular el desarrollo del ejemplar y mejorar la producción de flores. Se cortan lo más cerca posible de su base.
  • No es necesario trasplantarlos cada año de maceta, si se renueva la capa superior, eso sí, empleando una tierra nueva y fértil.Los rosales necesitan unos recipientes muy profundos.
  • Deben tener un mínimo de 35cm, pero si es posible, mejor de 50 cm.
  • Si detectamos unos insectos diminutos de color verde bajo las hojas y en los extremos de los brotes tiernos, se pueden retirar con los dedos sin sólo unos pocos, de lo contrario, habrá que rociar con un insecticida para acabar con ellos.
  • Pueden ser atacados por muchos tipos de hongos , además del mildíu, la roya y el oídio. Ante la sospecha de estos males hay que aplicar un fungicida.



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