Farfugium japonicum - Senecio kaempferi - Boina de vasco
Planta de evidente valor ornamental tanto para jardín como maceta. Desarrolla un conjunto de hermosas hojas que están sostenidas por largos tallos que crecen formando una mata densa.
Puede alcanzar una altura de hasta 70 cm, aunque es capaz de crecer mucho más a lo ancho si está cultivada directamente en suelo de jardín, lógicamente si se cultiva en una maceta limitará su crecimiento.
Este género es oriundo de diversos países Asiáticos, principalmente de Japón. Está agrupada dentro de la familia de las Asteráceas.
Ofrece un magnífico rendimiento estético como planta para un pequeño jardín que sea sombreado, la Ligularia siempre debe estar protegida del sol intenso.
Las hojas disfrutan de una forma muy característica que se asemeja a una boina vasca, dando pie a la forma común por la que se conoce a esta planta, además, son sus hojas las que le concede a esta planta su verdadera belleza y una enorme popularidad.
Las grandes hojas tienen un carácter perenne, son redondeadas, de hasta 25 cm de diámetro, muy lustrosas, de color verde profundo.
Todo su margen está ligeramente curvado hacia dentro, posee largos nervios muy marcados que parten del centro de la hoja.
También se puede localizar una variedad con pintas o manchas irregulares de color amarillo en las hojas.
Es una planta muy decorativa e ideal para emplazarla en una terraza acristalada donde pueda recibir una gran cantidad de luz y buena ventilación.
Si se ubica cerca de una ventana hay que procurar que no reciba sol a través de los cristales ya que se corre el riesgo de que las hojas se quemen (esta norma es válida para todas las plantas).
Admite su cultivo en jardines con una cierta cercanía al mar por su buena tolerancia a la los ambientes moderadamente salinos.
Cuando se cultive en macetas hay que procurar que éstas sean grandes para que pueda sostener la parte aérea que con el tiempo adquiere un buen volumen, que no podría sujetar una maceta con poca base.
Para que se desarrolle de forma adecuada es importante ofrecerle un suelo fértil y profundo, con un buen drenaje.
Los riegos han de ser generosos en verano para mantener el sustrato lo suficientemente húmedo pero no dejando que permanezca encharcado.
En invierno hay que regar de un modo más comedido, o mejor dejar que la climatología se encargue de ello y regar sólo en caso de escasez.
Su alegre floración se origina entre el otoño y el invierno, generando largos tallos florales que sobresalen de manera erguida y muy por encima del conjunto de la mata.
Las flores están dispuestas en racimos no compactos, los pétalos son de color amarillo muy intenso; su apariencia tiene una gran semejanza a las margaritas.
En regiones con inviernos muy fríos es mejor cultivarla en maceta para poder ubicarla en esa época en un lugar protegido y cálido.
Se multiplica mediante la división de rizomas en primavera.