Agapanthus africanus
Lirio africano - Agapanto
Los Lirios africanos son muy resistentes, de gran valor ornamental y fáciles de cultivar.
Generalmente florecen desde el mes de julio hasta septiembre, aunque si disfrutan de un buen clima pueden florecer mucho más tiempo.
El follaje es muy vistoso y añade belleza a la floración, las hojas tienen forma de tiras estrechas o cintas de unos 35-50 cm de longitud.
Un conjunto de tres o cuatro plantas de Agapantos formarán gradualmente una gran masa de atractivas y carnosas hojas de un verde intenso.
Los tallos son firmes, erguidos y acogen más de treinta flores que están agrupadas en una falsa umbela, cada flor que la forma tiene apariencia de trompeta y está formada por seis pétalos y largos filamentos.
Las flores se pueden encontrar en una coloración de azul pálido hasta otra más intensa, algunas veces teñidas de violeta, también hay formas de un blanco puro llamado Agapanthus africanus 'Albus'.
Los Lirios africanos son muy adecuados para que se desarrollen en grandes recipientes o también en suelo, colocados agrupados de forma aislada o en línea.
Se hace necesario abonar esta planta cada 15 días desde que empiezan a aparecer los primeros brotes.
Una ubicación de semi-sombra es la ideal en climas demasiado calurosos, a pleno sol en zonas de veranos suaves.
Es importante mantener el suelo con una humedad constante, de ello depende la belleza y duración de las grandes umbelas florales.
No es demasiado usual, pero después de la floración las hojas pueden permanecer verdes hasta la siguiente estación, entonces hay que mantener sólo ligeramente húmedo el compost durante el invierno.
Si al final del ciclo las hojas se secan se puede dejar las raíces carnosas en la misma maceta o terreno.
Si se decide mantener las raíces en el mismo lugar, no hay que regarlas y conviene mantenerlas alejadas de la lluvia y protegida del frío intenso.
También se puede sacar las raíces de la tierra y mantenerlas secas hasta el mes de marzo que se plantan de nuevo.
Cuando haya pasado el peligro de las heladas es la época que se deben plantar estas raíces tuberosas o dividirlas si se quiere obtener más plantas.
Las raíces se plantan a unos 8 cm de profundidad en un suelo bien drenado y se mantiene el sustrato moderadamente húmedo hasta que aparezcan los nuevos brotes, el sustrato nunca hay que llegar a saturarlo.
Tras la floración van apareciendo los frutos de color verde, formando un conjunto redondeado a modo de umbrela muy decorativo.
Al madurar, los frutos se secan y abren dejando ver las numerosas semillas de color negro.
Las semillas sólo se deben cubrir por una fina capa de sustrato. Se debe dar tiempo a las semillas para que germinen, por lo general puede llevar varios meses hasta ver aparecer el primer brote.
Generalmente florecen desde el mes de julio hasta septiembre, aunque si disfrutan de un buen clima pueden florecer mucho más tiempo.
El follaje es muy vistoso y añade belleza a la floración, las hojas tienen forma de tiras estrechas o cintas de unos 35-50 cm de longitud.
Un conjunto de tres o cuatro plantas de Agapantos formarán gradualmente una gran masa de atractivas y carnosas hojas de un verde intenso.
Los tallos son firmes, erguidos y acogen más de treinta flores que están agrupadas en una falsa umbela, cada flor que la forma tiene apariencia de trompeta y está formada por seis pétalos y largos filamentos.
Las flores se pueden encontrar en una coloración de azul pálido hasta otra más intensa, algunas veces teñidas de violeta, también hay formas de un blanco puro llamado Agapanthus africanus 'Albus'.
Los Lirios africanos son muy adecuados para que se desarrollen en grandes recipientes o también en suelo, colocados agrupados de forma aislada o en línea.
Se hace necesario abonar esta planta cada 15 días desde que empiezan a aparecer los primeros brotes.
Una ubicación de semi-sombra es la ideal en climas demasiado calurosos, a pleno sol en zonas de veranos suaves.
Es importante mantener el suelo con una humedad constante, de ello depende la belleza y duración de las grandes umbelas florales.
No es demasiado usual, pero después de la floración las hojas pueden permanecer verdes hasta la siguiente estación, entonces hay que mantener sólo ligeramente húmedo el compost durante el invierno.
Si al final del ciclo las hojas se secan se puede dejar las raíces carnosas en la misma maceta o terreno.
Si se decide mantener las raíces en el mismo lugar, no hay que regarlas y conviene mantenerlas alejadas de la lluvia y protegida del frío intenso.
También se puede sacar las raíces de la tierra y mantenerlas secas hasta el mes de marzo que se plantan de nuevo.
Cuando haya pasado el peligro de las heladas es la época que se deben plantar estas raíces tuberosas o dividirlas si se quiere obtener más plantas.
Las raíces se plantan a unos 8 cm de profundidad en un suelo bien drenado y se mantiene el sustrato moderadamente húmedo hasta que aparezcan los nuevos brotes, el sustrato nunca hay que llegar a saturarlo.
Tras la floración van apareciendo los frutos de color verde, formando un conjunto redondeado a modo de umbrela muy decorativo.
Al madurar, los frutos se secan y abren dejando ver las numerosas semillas de color negro.
Las semillas sólo se deben cubrir por una fina capa de sustrato. Se debe dar tiempo a las semillas para que germinen, por lo general puede llevar varios meses hasta ver aparecer el primer brote.