Alfalfa arbórea - Mielga real
Aunque en agricultura el propósito de esta planta se basa esencialmente en su uso como pasto, posee también un valor ornamental que conviene no desdeñar.
Tiene una naturaleza perenne y forma parte de la familia de las Fabaceae o leguminosae, la misma que acoge las legumbres.
Formará un bonito arbusto si se le sitúa en un jardín bien soleado y su mantenimiento apenas dará trabajo.
Procede del Sur de Europa, principalmente en la cuenca mediterránea, donde prospera de modo espontáneo en bordes de caminos y sobre terrenos pobres, pedregosos, rocosos e incluso calcáreos y salinos.
Constituye un arbusto de rápido crecimiento que puede alcanzar los 2 m de altura de modo realmente diligente, lo hace de forma erguida con tallos delgados y blanquecinos.
Presenta hojas trifoliadas con folíolos aovados, dentadas en los ápices y una vellosidad blanquecina alrededor de los bordes, son de color verde azulado y el envés grisáceo.
Su cultivo se ajusta para emplear en la formación de setos, macizos, agrupaciones o para otro menester en jardines de mantenimiento mínimo.
En la faceta más ornamental de la Alfalfa arbórea cabe destacar que es perfecta para colocar en una terraza abierta o en un ático, donde el sol castiga duramente muchas horas al día.
En este punto, su capacidad de soportar el calor y la falta de agua es asombrosa, algo familiar para esta planta, dado que son aspectos acostumbrados en las zonas de donde proviene.
Esto da idea de lo comedidos que deben ser los riegos aun en periodos calurosos.
Sí bien, las sequías demasiado persistentes pueden implicar que la planta pierda una gran parte de su masa aérea.
Pese a su robustez frente al sol ardiente y a la falta de agua no tiene ninguna resistencia al frío tenaz o prolongado.
Produce densos racimos de flores muy vistosas de color amarillo anaranjado.
El tiempo natural de floración se encuentra entre los meses de marzo a junio, pero es frecuente que en zonas de climatología benigna lo haga además en otros periodos del año.
Los frutos de color verde inicialmente adquieren luego una tonalidad amarronada al madurar, tienen forma de espiral con un hueco en el centro.
Resulta encantador ver a la planta en el periodo de floración coincidiendo al tiempo con sus singulares frutos.
Las semillas de color rojizo por lo general no son fáciles de prosperar, aun sometiéndoles a un tratamiento previo de remojo, evolucionan con disparidad de resultados.
Mejor propagarla a partir de esquejes aunque resulte algo lentos en arraigar pero es más efectivo.
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