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Iberis sempervirens


Carraspique - Cestillo de plata

Este género, compuesto por alrededor de una treintena de especies anuales y perennes, espontáneas del sur de Europa y Asia Menor.

La denominación Iberis deriva de Iberia, antiguo nombre con el que se conocía desde tiempos remotos a España, lugar de procedencia de algunas de especies de este género.

El apelativo de sempervirens destaca la naturaleza perenne del follaje.

La Carraspique es una planta baja y extensa que produce un manto de flores durante la primavera hasta mediados del verano.

Pertenece a la familia de las Brassicaceae, la misma familia de la Lobularia maritima con la que guarda un enorme parecido. Por su tamaño y fortaleza se manifiesta inmejorable para plantarla en grietas de muros rocosos.

El mejor emplazamiento para la Carraspique se encuentra formando bordes de senderos o alfombrando áreas soleadas, también es notable su cultivo más limitado en macetas y jardineras.

Su mantenimiento es sencillo y no reclama ningún cuidado especial. Posee una excelente capacidad para resistir el calor intenso y las situaciones de sequía.

Para que la producción de flores sea excepcional es necesario eliminar las flores muertas, si se hace de forma regular se estimula a la planta a tener una floración ininterrumpida.

Las inflorescencias carentes de aroma se presentan en cabezuelas redondeadas, éstas agrupan de manera densa las pequeñas flores blancas de filamentos amarillos.

El follaje tiene una cualidad perenne, formado por hojas estrechas y planas, de color verde oscuro, logran quedar ocultas cuando la plantas se encuentra en plena floración.

Las flores son de color blanco puro, pero existen variedades de tonalidad rosada o púrpura.

La clave de que esta planta tenga una producción desbordante de flores, está en ubicarla a pleno sol, las plantas en una situación de sombra originan escasas floraciones.

No es exigente en cuanto al tipo de suelo, sólo es necesario que esté bien drenado; este apartado es importante dado que no tolera los suelos mojados que consiguen fácilmente pudrir sus raíces.

En todo momento hay que controlar los riegos y no abusar de los regados, siempre hay que regar con moderación.

Lo mismo sucede con el abonado, mejor hacerlo de manera pobre.


Una vez que la planta concluya la floración se debe realizar un ligero recorte sobre la mata. Puede emplearse en un macizo con otras flores de temporada.

Los tallos florales son apropiados para formar ramos para jarrón, perduran en prefecto estado una semana.

Aunque resiste el frío, las heladas pueden quemar las hojas e incluso acabar con la planta.

Si el invierno se presenta gélido es conveniente procurarle abrigo.

Se desarrolla bien en suelos pobres y no le suelen atacar plagas de importancia.

Para reproducirla se emplean semillas que se siembran en otoño, o bien mediante esquejes tomados en primavera.





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