Sinonimia: Ligularia japonicum
Planta leopardo
Estas extraordinarias plantas aportan un vistoso toque en cualquier jardín semi-sombreado, además de crecer con verdadera agilidad.
Otra cuestión a considerar es su sencillo cultivo, esencial para personas que les gustan las plantas y no disponen de mucho tiempo para la jardinería.
El género es oriundo de zonas templadas de diversos países Asiáticos, principalmente Japón.
Las variedades Farfugium japonicum 'aureomaculata' y la Farfugium japonicum 'argenteum' se manifiestan con idénticas necesidades de cultivo, por lo que su mantenimiento es análogo; lo mismo se puede decir de sus floraciones.
Tanto el evidente valor ornamental de esta planta como su moderado tamaño, la hacen perfecta para cultivar en suelo de jardín o en una maceta para engalanar un patio o terraza.
Si se cultiva en maceta hay que intentar que sea grande para que albergue sin problemas el futuro crecimiento del ejemplar.
El emplazamiento ideal se encuentra debajo de árboles, arbustos, u otras plantas altas que filtren tenuemente el sol directo del verano.
Se debe tener en cuenta que los ejemplares que presentan sus hojas variegadas, o lo que es lo mismo, hojas con zonas verdes y manchas o dibujos en otro color, necesitan de una iluminación más intensa que las plantas de hojas totalmente verdes.
Sus grandes y hermosas hojas están sostenidas por tallos erectos que alcanzan unos 50-60 cm de altura, conformando montículos amplios y densos.
Las hojas tienen un carácter perenne, son redondeadas, de hasta 25 cm de diámetro, lustrosas, de color verde profundo combinado con unos lunares de coloración amarilla más o menos intensa y largos nervios muy marcados que parten desde el centro de la hoja.
Las flores surgen en varas por encima del follaje, dispuestas en racimos sueltos, con pétalos de color amarillo dorado. La floración aparece hacia finales del verano o al comenzar el otoño.
Cuando se cultive en macetas hay que procurar que éstas sean grandes para que pueda sostener la parte aérea que con el tiempo adquiere un buen volumen, que no podría sujetar una maceta con poca base.
Para que se desarrolle de forma adecuada es importante ofrecerle un suelo fértil, poroso y con buen drenaje.
Los riegos han de ser generosos entre la primavera y el verano, procurando mantener el sustrato lo suficientemente húmedo pero no encharcado.
El follaje se debilita ante la falta de agua pero se recupera pronto una vez se riega.
Admite su cultivo en jardines con una cierta cercanía al mar por su buena tolerancia a la los ambientes moderadamente salinos.
El principal problema lo pueden causar los caracoles y babosas que dejan grandes daños en el follaje.
Se multiplica mediante la división de rizomas a finales del invierno.
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