Cuidar las hojas de las plantas de interior
La pérdida de hojas en un ejemplar es uno de los males más frecuentes en las plantas de interior.
Esta señal no es una enfermedad, sino un síntoma, pero tan común que afecta a la inmensa mayoría de las plantas que se instalan en interior.
Cuando esto suceda hay que estar atento, el motivo puede ser tan simple como que forme parte de un proceso natural, ya que muchas plantas tienden a perder sus hojas a medida que envejecen.
Pero puede ser también un mecanismo de defensa, como sucede con las plantas de hoja caduca que pierden sus hojas para favorecer el reposo que se toman durante el invierno.
Al reducir su parte aérea se disminuye su actividad y con ello sus necesidades, además de la posibilidad de que se vean afectadas por unas condiciones climatológicas adversas.
Una de las causas más frecuentes de la caída de las hojas son los cambios de cualquier tipo, las plantas de interior no reaccionan bien ante los cambios y menos aún si éstos son frecuentes.
Los cambios pueden estar relacionados con la ubicación, la temperatura, alterar o variar la intensidad de luz, la frecuencia y cantidad del riego, etc.
Por eso es tan habitual que suceda cuando las plantas están expuestas a corrientes de aire y en otoño, con el cambio de estación.
Pero también puede ocurrir tras un ataque de parásitos, con la escasez de luz, la falta o el exceso de abono y las temperaturas inadecuadas.
En algunos casos la caída sólo ocurre de forma parcial y es ahí donde hay que conocer si es una aptitud propia de la planta ante la llegada del frío, o bien es una señal de alarma porque no recibe los cuidados necesarios.
Especies de interior sanas pierden hojas en el curso normal de su evolución natural, como ocurre con la Drácena, Cordyline, Cheflera, Ficus... pero éstas no caen de forma repentina, sino que amarillean poco a poco, se secan y luego caen.
No obstante, sí plantas como el Cóleo, Hoya, Crotón, Hedera, Falsa aralia, entre otras, pierden las hojas con facilidad, es que algo no marcha bien.
Para determinar si la caída de las hojas es parte del proceso natural, conviene analizar con cuidado las hojas, ramas o tronco para valorar si existe una plaga de insectos o alguna enfermedad, de esta forma se puede tomar las medidas necesarias con mayor celeridad.
Si la planta ha perdido parte de sus hojas por causas naturales, no cabe preocuparse, ya que no requerirá tratamiento alguno.
No siempre resulta fácil recuperar una planta que ha perdido sus hojas, sólo algunas especies como el Ficus benjamina tienen la capacidad de regenerarse por completo después de una pérdida masiva de follaje, en este caso una buena poda le ayudará a recobrarse.
Esta poda, a modo de saneamiento, puede hacerse en cualquier momento del año si se confirma que el ejemplar lo necesita.
Los ejemplares recién comprados pueden presentar una merma de sus hojas independientemente de donde se ubiquen, esto es algo absolutamente normal.
Este suceso está provocado por el estrés del cambio que sufre la planta, por lo que necesitarán de un tiempo para aclimatarse.
Esta señal no es una enfermedad, sino un síntoma, pero tan común que afecta a la inmensa mayoría de las plantas que se instalan en interior.
Cuando esto suceda hay que estar atento, el motivo puede ser tan simple como que forme parte de un proceso natural, ya que muchas plantas tienden a perder sus hojas a medida que envejecen.
Pero puede ser también un mecanismo de defensa, como sucede con las plantas de hoja caduca que pierden sus hojas para favorecer el reposo que se toman durante el invierno.
Al reducir su parte aérea se disminuye su actividad y con ello sus necesidades, además de la posibilidad de que se vean afectadas por unas condiciones climatológicas adversas.
Una de las causas más frecuentes de la caída de las hojas son los cambios de cualquier tipo, las plantas de interior no reaccionan bien ante los cambios y menos aún si éstos son frecuentes.
Los cambios pueden estar relacionados con la ubicación, la temperatura, alterar o variar la intensidad de luz, la frecuencia y cantidad del riego, etc.
Por eso es tan habitual que suceda cuando las plantas están expuestas a corrientes de aire y en otoño, con el cambio de estación.
Pero también puede ocurrir tras un ataque de parásitos, con la escasez de luz, la falta o el exceso de abono y las temperaturas inadecuadas.
En algunos casos la caída sólo ocurre de forma parcial y es ahí donde hay que conocer si es una aptitud propia de la planta ante la llegada del frío, o bien es una señal de alarma porque no recibe los cuidados necesarios.
Especies de interior sanas pierden hojas en el curso normal de su evolución natural, como ocurre con la Drácena, Cordyline, Cheflera, Ficus... pero éstas no caen de forma repentina, sino que amarillean poco a poco, se secan y luego caen.
No obstante, sí plantas como el Cóleo, Hoya, Crotón, Hedera, Falsa aralia, entre otras, pierden las hojas con facilidad, es que algo no marcha bien.
Para determinar si la caída de las hojas es parte del proceso natural, conviene analizar con cuidado las hojas, ramas o tronco para valorar si existe una plaga de insectos o alguna enfermedad, de esta forma se puede tomar las medidas necesarias con mayor celeridad.
Si la planta ha perdido parte de sus hojas por causas naturales, no cabe preocuparse, ya que no requerirá tratamiento alguno.
No siempre resulta fácil recuperar una planta que ha perdido sus hojas, sólo algunas especies como el Ficus benjamina tienen la capacidad de regenerarse por completo después de una pérdida masiva de follaje, en este caso una buena poda le ayudará a recobrarse.
Esta poda, a modo de saneamiento, puede hacerse en cualquier momento del año si se confirma que el ejemplar lo necesita.
Los ejemplares recién comprados pueden presentar una merma de sus hojas independientemente de donde se ubiquen, esto es algo absolutamente normal.
Este suceso está provocado por el estrés del cambio que sufre la planta, por lo que necesitarán de un tiempo para aclimatarse.
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