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Cuidados básicos del verano


Es el momento más activo del año y cuando las plantas se encuentran en todo su esplendor, pero también es el tiempo en el que su cuidado es de importancia vital.

En verano, todas requieren de una buena ventilación, esto es esencial incluso para las plantas de interior.

Además hay que aumentar los riegos para que no se resientan con las altas temperaturas estivales.

Sacar las plantas de interior a la terraza, es el método ideal para estabilizarlas en la estación más calurosa del año.

Durante y después de una lluvia es cuando el aire está más cargado de humedad, por eso conviene que coloquemos las plantas en una ventana abierta, en la terraza o balcón.

Evitemos exponer las plantas a continuos cambios de temperatura, perderán las hojas y sufrirán marchitamiento general. Las plantas no aguantan más de tres días sin agua.

Es fundamental que dejamos preparado un sistema de autorriego antes de comenzar las vacaciones.

Se puede emplear desde una simple botella de plástico con agua, invertida y con el tapón agujereado, hasta los sistemas que se comercializan actualmente, realmente prácticos, eficaces y bastante baratos.

Agrupar las plantas es muy importante en verano y la mejor fórmula para que se beneficien de su transpiración, cuando las temperaturas son muy elevadas.

Para evitar la evaporación podemos cubrir el sustrato con gránulos de arcilla expandida o grava, al regarlos la planta se mantendrá perfecta durante unos cuantos días.

Aquellos ejemplares que florecen durante el verano necesitan un fertilizante especial a base de potasio, ideal para cuando están al principio o en plena floración.

La poda moderada controla el crecimiento de los ejemplares que hayan crecido demasiado para que no se deformen.

También se deben de podar las trepadoras. Debemos estar vigilantes ante las plagas, ahora están en su máximo apogeo; interesa revisar el envés de las hojas para detectarlas.

Si notamos la presencia de alguna laga, hay que aislar la planta para evitar contagios a otros ejemplares.

El riego debe estar ajustado a la temperatura, pero cuidado con los encharcamientos.

Regar más a menudo no significa empapar las plantas ya que puede dar lugar a la aparición de hongos y a la pérdida del ejemplar.

Para asegurar un buen suministro de luz, oxígeno y agua es necesario que las plantas estén limpias y no tengan acumulación de polvo sobre las hojas.

Es importante pasarles un trapo húmedo, un pincel, pulverizar o darles una ducha según cada caso. No mojar nunca las hojas bajo la luz directa del sol.

Si las puntas de las hojas se han quemado y están marrones por las altas temperaturas, hay que cortar por la parte verde y sana para que se recuperen.

Resulta provechoso remover la capa alta del sustrato. En este periodo es cuando más se riega y el efecto del agua sobre la tierra tiende a apelmazarla, evitando la entrada de aire y agua hasta las raíces más finas.

Es bueno regar por inmersión sumergiendo la maceta en agua una vez a la semana, especialmente las azaleas, helechos, hortensias y otras plantas que necesitan una mayor cantidad de riego en este periodo.

Hay que mantener la maceta bajo el agua hasta que dejen de salir burbujas, luego, dejar escurrir bien antes de colocarla en su lugar habitual.





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