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Lilium híbrido


Azucena

Existen pocas plantas de tanta belleza y gracia como los Liliums, con sus grandes flores que parecen trompetas y que nos ofrece diversas tonalidades, entre las que se encuentra el color blanco, amarillo, anaranjado, rosado o rojo.

Son originarias de las zonas templadas del hemisferio norte; mientras que algunas han sido cultivadas desde hace más de tres mil años, no fue hasta principios del siglo pasado cuando adquirieron una gran popularidad.

El Lilium es más conocido como Azucena y es una planta muy resistente. Muchas variedades de estas magníficas flores emanan un profundo aroma al anochecer.

Crecen en tallos erectos, que miden entre 1,2 y 1,5m de altura. Una o dos macetas de estos lirios constituyen una excelente atracción en el jardín. Todas las Azucenas tienen raíces bulbosas.

Algunas son resistentes y otras semi-resistentes, mientras que otras son muy frágiles, a la mayoría les gusta estar ubicadas en una zona de semi-sombra, incluso a pleno sol si no es excesivamente intenso.

Se adaptan bastante bien al cultivo en maceta y resultan una fabulosa elección para balcones y terrazas. Los bulbos de Lilium se pueden plantas en otoño o primavera.

En las regiones frías es mejor efectuarlo en primavera, aunque la ventaja de hacerlo en otoño es que la planta cuenta con un período más prolongado para desarrollar un fuerte sistema de raíces.

En el mes de marzo se plantan los bulbos, uno por cada maceta, con una buena capa de material de drenaje en la base.

Después de plantarlos se riega el sustrato abundantemente y se coloca la maceta en un lugar soleado y protegido, hay que mantenerlos húmedos durante el resto del año.



Cuando comiencen a desarrollar los botones florales, se incorpora fertilizante líquido cada dos semanas, y se continúa haciéndolo hasta que se hayan caído todas las flores.

También es posible abonarla con un fertilizante de liberación lenta, este es preferible para los bulbos cultivados en maceta.

Se pueden utilizar cañas de bambú para sostener los tallos. Las cañas se deben insertar en la maceta al plantar los bulbos y, de esta manera, se elimina el riesgo de dañar a las raíces al introducirlas posteriormente.



Cuando el follaje comience a caer o secarse, hay que reducir la cantidad de agua paulatinamente, manteniendo el sustrato apenas húmedo.

Es importante esperar a que las hojas estén totalmente secas antes de cortar a ras del suelo todos los tallos.

Para lograr un inmejorable despliegue de flores, lo mejor es plantar bulbos frescos cada año, plantando en el jardín los que se han extraído de las macetas en primavera.

Si se dejan los bulbos en la maceta hasta la temporada siguiente, se sustituye la capa superior de tierra por un sustrato nuevo.





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